El aprendizaje constante se convertirá en factor clave en la productividad de las empresas

Por Francisco Baghetti, vicerrector sede Santiago, Universidad Autónoma de Chile.

Muchos dicen que el mundo no será igual luego de los cambios que nos ha impuesto la pandemia desde hace más de un año. Sin embargo, algunos fenómenos venían ocurriendo desde antes y probablemente se han acelerado por las nuevas circunstancias.

El estudio ‘The future of employment’, de la Universidad de Oxford, plantea que la automatización pondrá en situación de riesgo 47% del empleo y que las profesiones más demandadas en el futuro serán aquellas que requieran creatividad, inteligencia emocional y trabajo en equipo. En esta materia, las instituciones de educación superior cumplen un rol trascendental, pues deben impulsar a sus estudiantes a que desarrollen el pensamiento crítico, a ser resilientes y poder adaptarse a los cambios.

La obsolescencia en materia laboral, producto de los cambios tecnológicos, hace necesario que las organizaciones inviertan año a año más recursos en capacitar a sus trabajadores. Así, en este escenario de alta competitividad y búsqueda permanente de hacer los procesos más eficientes, el aprendizaje constante se convertirá en factor clave para la productividad de las empresas.

En ese sentido, el rol que jugarán las universidades respecto de la formación continua será central. Debemos adoptar una mirada que busque responder a las necesidades actuales del mundo laboral, pero también anticiparnos a los cambios que se producirán en el mercado de trabajo. Solo así podremos ayudar a las personas a seguir siendo competitivas dentro de un mercado laboral en el que las nuevas tecnologías tendrán un gran impacto.

El trabajo remoto, la flexibilidad laboral y los empleos de tiempo parcial generarán una deslocalización del trabajo que parecía impensable hace poco más de un año, pero que hoy se ha convertido en la única forma posible de subsistir para muchas organizaciones.

Las instituciones de educación superior no podemos quedar al margen de este fenómeno. Por eso debemos seguir incorporando herramientas tecnológicas y capacitando a nuestros docentes, para ofrecer una experiencia de educación a distancia con los mismos niveles de calidad que tiene la enseñanza. En posgrados y formación continua, los cambios en el mercado laboral no solo acelerarán la generación de oferta académica a distancia, sino que además supondrán un diseño de programas que permita conciliar el estudio con el trabajo y la vida familiar.

En este proceso es fundamental asegurar la calidad y la pertinencia de los estudios, para ofrecer una oportunidad real de desarrollar competencias útiles para los estudiantes, dando a la vez mayores posibilidades de acceso a educación, a personas que viven fuera de las grandes ciudades y que en modalidad presencial no podrían tener la oportunidad de especializarse en determinadas áreas.

Ve la columna originalmente publicada aquí.