Democracia y Educación

Daniel Solís Igor, rector CFT estatal Región Antofagasta.

Hace unos días y en una interesante conversación entre amigos se planteó una pregunta a que mi juicio, hoy más que nunca, reviste una crucial importancia. ¿Es importante para un país democrático como Chile resguardar la armonía entre crecimiento económico, equidad social y desarrollo económico sustentable para alcanzar su desarrollo? Mi opinión es que no solo es importante, sino que estrictamente necesario que el Estado y sus administradores de turno, atiendan de manera armónica a la generación de crecimiento económico sostenible y a la aplicación de políticas públicas que aporten equidad social, por la vía de una mejor asignación y/o redistribución de los ingresos del Estado.

Chile es un país que después de muchos años alcanzó un importante nivel de crecimiento económico, con indicadores macroeconómicos que lo ubicaron como líder de la región. No obstante, el modelo económico de Mercado sin regulación estatal y sin las correcciones necesarias en ámbitos donde no funciona sólo (medio ambiente, salud, educación, transferencias directas y subsidios) definitivamente no funciona de manera adecuada pues no proporciona soluciones sociales de calidad. Esta es la principal razón de los distintos “estallidos sociales” que se han producido en distintos países.

Para que un país redistribuya riqueza vía políticas públicas sociales dirigidas a los sectores más desposeídos, es imperativo que deba desarrollarse económicamente y que lo haga aplicando políticas que le den estabilidad, respeto al derecho de propiedad e incentivos a la producción. Creo que un país no solo puede trabajar en ambos temas de manera conjunta, debe hacerlo, hoy es una obligación.

Hay dos herramientas que, si bien y por si solas no garantizan que los procesos anteriores corran solos y exitosamente, generan condiciones de base auspiciosas: por un lado la Democracia como referencia a la soberanía del pueblo y al derecho de los ciudadanos a elegir y controlar a sus gobernantes, que representa además la igualdad y la libertad de los ciudadanos y su derecho a participar de las decisiones sobre el destino de su país. En segundo lugar, la Educación como la herramienta transformadora de vidas y aceleradora de procesos culturales y económico-productivos, aumento en la productividad del trabajo y bienestar general de la población. Sin dudas una inversión clave para generar un nuevo país con más desarrollo en todas sus dimensiones. Parafraseando a Platón podemos decir que si un país deja de lado la educación, caminará cojo hasta el final de su vida.

Ve la columna originalmente publicada aquí.