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COMUNICACIÓN DIGITAL: CLAVE PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE

Usuario utilizando smartphone con sus manos

Año 2020. Una nueva década está a punto de dejarnos y aún no paramos de imaginar lo que este milenio depara a las nuevas generaciones. Se dijo alguna vez que “quienes hoy están estudiando, trabajarán en empleos que aún no existen, utilizando tecnologías que aún no han sido creadas, para resolver problemas que aún no imaginamos”. Respecto de esta afirmación, la Comunicación Digital parece tener mucho que decirnos; por ejemplo, al recordar que el pasado 28 de enero se celebró por 10º año el Día del Community Manager, una fecha que si viajáramos al pasado -a comienzos del año 2000, por ejemplo-, nos parecería descabellada.

En sintonía con lo anterior, hay quienes ven con cierto recelo los efectos de la llamada «transformación digital», y aunque es cierto que muchos empleos en el futuro serán –o ya están siendo– reemplazados por sistemas automatizados, otros nuevos que no imaginábamos han aparecido en escena para formar parte de nuestra vida diaria.

Los precedentes

Durante las últimas décadas la Humanidad ha sido testigo de innumerables avances tecnológicos y particularmente en materia digital. En 2001, por ejemplo, se ponía en órbita la Estación Espacial Internacional, reemplazando a la desaparecida Estación MIR; en 2005 se logró secuenciar por completo el genoma humano, sentando las bases de la ingeniería genética. Dos hitos sin precedentes, y sin embargo, por entonces aún ignorábamos que dos años más tarde iPhone revolucionaría nuestra forma de comunicarnos, o que nuestros hijos soñarían con convertirse en YouTubers para hablar de sus temas y pasatiempos favoritos a través de Internet.

Para entender este desarrollo y su impacto en la sociedad, los expertos señalan cuatro revoluciones industriales a lo largo de la Historia. La primera durante el siglo XVIII en Gran Bretaña; la segunda entre 1870 y 1914, y que afectó a Europa, Estados Unidos y Japón; la tercera que comprende la segunda mitad del siglo XX, influenciada por la informática; y, finalmente, la cuarta revolución industrial, que estaría ocurriendo en este momento, con la inteligencia artificial e internet 3.0 como ejes principales y mucho más globalizada que sus antecesoras.

Internet lo hizo posible

Gracias a la naturaleza de internet, su amplio acceso y la posibilidad de crear servicios a muy bajo costo, es que esta revolución representa para Chile la primera oportunidad de ser más que un simple observador y convertirse en líder de la región en materia de desarrollo y comunicación digital.

Educación, factor clave

Los efectos de esta revolución están a la vista y es interesante observar cómo hemos reacomodado nuestra rutina diaria para convivir con los adelantos que ésta ha traído. Nos comunicamos desde nuestro celular, escuchamos música, miramos videos y compartimos el meme del momento. Lo utilizamos para trazar nuestra ruta en vehículo, pedimos algo de comer, revisamos nuestro perfil y el de otros en redes sociales y, de paso, dejamos una huella que es rastreada por cientos de empresas que buscan ofrecernos sus productos en base a nuestros hábitos de navegación. Aprovechar estas oportunidades de manera estratégica requiere conocimientos sólidos en materia de marketing, redacción, analítica web, optimización de sitios y apps, todo minuciosamente trabajado para ofrecer a los usuarios una experiencia positiva, que logre conectar con ellos de manera emocional.

Instituciones como el I.P. ARCOS han sabido leer esto, abriendo en 2015 la carrera de Comunicación Digital, cuya malla abarca distintas áreas de esta creciente área de desarrollo, organizadas en ámbitos del marketing y negocios web; social media, desarrollo de contenidos, comunicación digital y desarrollo web. De este modo hoy es posible especializarse en áreas tales como redacción, community management y marketing digital entre otros.

Si alguna vez la comunicación digital pudo parecer una moda pasajera, hoy claramente demostró su poder como vehículo de comunicación y desarrollo, sumándose a otras áreas con enorme potencial como la inteligencia artificial (IA), el Block Chain, el internet de las cosas (IoT) o el Big Data. Las oportunidades están ahí, tal vez más accesibles que nunca, a la espera de que las aprovechemos.

En medio de esta revolución, una de nuestras primeras tareas es permitirnos imaginar el futuro, trabajar en ello intensamente y lograr que por primera vez nuestro país sea un actor activo en la construcción del mundo que dejaremos a las futuras generaciones. El momento es aquí y ahora, y es nuestra responsabilidad ver este nuevo paradigma como la oportunidad que es, aprovechando cada uno de los avances y conocimientos que esta cuarta revolución industrial nos ha dejado.